Dicen que huele raro y destruye todo lo que se le pone por delante. Dicen que está relacionado a factores de contaminación. Dicen en definitiva, que tiene mala fama, pero resulta que el ozono se ha revelado como un arma muy potente en la lucha contra el covid-19 si se sabe utilizar bien y con objetividad.
Iniciativas desarrolladas en la provincia lo demuestran: el proyecto OzonoTecnia del laboratorio de innovación y transferencia Ars Innovatio de la Universidad de Alicante (UA), que apuesta por la desinfección del coronavirus a través de los conductos de ventilación y de las mascarillas; y la empresa ligada al Parque Científico de la UMH Odissey Robotics, que ya tiene el prototipo de un vehículo autónomo para acabar con el virus en supermercados. Ambas han unido las bondades de este gas para acabar con el covid a través de la automatización inteligente y la digitalización dando lugar a nuevos productos que próximamente estarán disponibles en el mercado.
OzonoTecnia surgió del grupo de investigación del catedrático de Arquitectura y Tecnología de Computadores Juan Manuel García Chamizo y ya ha dado lugar a una patente y a la creación de la empresa de base tecnológica Inno3, en la que ha entrado capital externo y que dirige Daniel Waknine. La idea empezó a gestarse durante el confinamiento. «Pensamos que la informática tenía que ayudar en esta situación porque es una disciplina transversal y nos decantamos por el enfoque del internet de las cosas. Además, decidimos que nuestra lucha contra el covid tenía que llegar no desde el interior, para eso ya se desarrollan vacunas y tratamientos, sino desde el exterior, en el ambiente», explica García Chamizo. Así, tras valorar varias opciones, se decantaron por utilizar el ozono. «Es un gas que se utiliza desde hace décadas en la agricultura o para desinfectar quirófanos, por ejemplo, y tiene la ventaja de que llega a todos los rincones, no como la luz ultravioleta, que también tiene efectos viricidas», añade. El único problema es que el ozono mata virus, bacterias, microorganismos, insectos y, en dosis muy elevadas, también al ser humano. De manera que el reto era ser capaces de dañar sólo al objetivo. Así, han ideado un sistema capaz de «confinar» al ozono y regular su intensidad para que se puede aplicar a gran escala para desinfectar salas, aulas y edificios y, a menor escala, para una mascarilla.
Fuente: Información.com/economía